Sunday, March 12, 2006

Mecanismo Europeo de solidaridad y la compleja implementación en America.

Por: Hernán Felipe Mussa N.

Los pensadores de Europa identificaron como uno de las dificultades más grandes para la unificación del continente las asimetrías económicas existentes entre los diferentes países que la integran; entendiendo la asimetría como las diferencias de tamaño económico cuantificadas a través del PIB y los niveles de desarrollo vislumbrados en las inversiones e infraestructura que se refleja en el PNB.

El Protocolo 15 anejo al Tratado de Maastricht, firmado el 7 de febrero de 1992, y que entró en vigor el 1 de noviembre de 1993, anticipa la dotación de un Fondo de Cohesión que se sustenta en el artículo 130D, y que deberá entrar en operación a través de un reglamento dictado por el consejo Europeo. El artículo primero del decreto 792/93 Nº L79 determina la definición y objetivo del fondo, señalando la creación de un “Fondo de Cohesión, que contribuirá al fortalecimiento de la cohesión económica y social de la Comunidad, contribuyendo en proyectos, fases de proyectos o grupos de proyectos con estrategia y coherencia”. De esta manera es posible observar como Europa define a la pobreza como un problema que afecta a toda la comunidad y por tanto crea este fondo estructural cuyo ámbito de aplicación está relacionado con proyectos de protección al medio ambiente y de desarrollo de redes transeuropeas de transporte, diseñados por países miembros cuyo PNB sea 90% inferior al PNB de la Comunidad

Así la Unión Europea reconoce la importancia de la igualdad i justicia entre los miembros y trabaja para volverse una poderosa plataforma semejante a EE.UU. y China.

Tomando en cuenta la importancia de este fondo dentro de la Unión Europea, resulta interesante comparar esta realidad con América Latina; es por esto que señalaremos algunos casos latinoamericanos en comparación con la situación europea.

El ALCA ha sido un sueño de los Estados Unidos por muchos años, sin embargo, ante los ojos del latinoamericano, ésta sería una plataforma para enriquecer mercados, y no una forma de solidaridad con aquéllos que tienen menos. Por otro parte, al parece Europa realiza esfuerzos para disolver sus asimetrías, instituyendo, por ejemplo, el Instrumento de Política Estructural de Pre-adherencia (ISPA) del año 2000, que generó un mecanismo de apoyo estructural para aquellos países que aún no formaban parte de la Unión Europea y que no presentaban economías al nivel del resto de los miembros, mostrando interés por la incorporación de éstos y sirviendo como un mecanismo de integración.

Por otro lado, EE.UU. no posee una política especial para América Latina, al parecer la relación política y económica construida desde Washington se basa en el día a día, sin crear planes para el futuro del continente. A modo de ejemplo, la negociación del tratado de libre comercio de EE.UU. con Chile que empezó en 1992, durante el gobierno del presidente chileno Patricio Aylwin y con George Bush a la cabeza de EE.UU, sólo terminó el 2003 después de que Chile consiguió un acuerdo económico con la Unión Europea. Esta situación muestra una vez más, que la política de EEUU con América es la no política y la rápida reacción de EE.UU. frente a determinadas contingencias y al ver peligrar su hegemonía en el continente.

El accionar del MERCOSUR es otra demostración de la incapacidad americana para alcanzar acuerdos económicos sustentables; ya desde su origen en el tratado de Asunción en 1991, el MERCOSUR se constituyó como un mecanismo de liberalización de mercados, objetivo que delimita el espacio para la acción solidaria como una forma de promover justicia en el continente; sin embargo, este objetivo no habría sido conseguido, ya que las disputas múltiples entre Argentina y Brasil sólo han servido para desestructurar la organización. Otro ejemplo de esto es la negociación en grupo entre EE.UU y la Unión Europea que debe detenerse en el año 2005, básicamente porque Brasil señaló la imposibilidad de reformar siete artículos de su constitución para llegar a los consentimientos con la Unión europea, mientras que los países más pequeños como Bolivia, Paraguay y Uruguay deben esperar, como hermanos pequeños, saber que les toca, situación que se hace insostenible en un continente con el nivel de pobreza como el americano.

A pesar de lo mencionado anteriormente, cabe mencionar ciertos adelantos, aparentemente pequeños, pero interesantes. El presidente chileno Ricardo Lagos y el presidente brasileño Lula Da Silva en el último encuentro del MERCOSUR favorecieron la creación de un fondo de cien millones de dólares, que tenía la intención de apoyar a los países que estaban bajo el promedio de la comunidad de la organización, es así como se formulan oportunidades para una acción más igual entre los países americanos.

Es así, como según lo que hemos mencionado, es posible desprender que, para que exista una alianza más integradora en el continente, se deberá esperar una era diferente a la de George W Bush quién no sólo no ha mostrado interés por América, sino también una incapacidad para generar alianzas y acuerdos necesarios para vincular el bloque. Sin embargo, a partir del reciente nombramiento de José Miguel Insulza como Secretario General de la OEA, existe la posibilidad de afianzar un diálogo panamericano más estable y con perspectivas de futuro.

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