Wednesday, April 26, 2006

¿Por qué en América Latina se
llegó a gobiernos de facto?
Por: Constanza Zambrano G.

El presente ensayo intenta explicar el por qué del surgimiento de los gobiernos de facto en América latina; para esto empezaremos haciendo la necesaria distinción entre Centroamérica y el resto de la Latinoamérica, para luego centrarnos principalmente en esta última área, tomando en consideración la teoría de los gobiernos burocrático-autoritarios de Guillermo O`donnell y ejemplificando con el caso argentino.

Quizás como un primer acercamiento a las causas del surgimiento de gobiernos de facto, podemos mencionar, de manera más bien general, la crisis social y política que vive un determinado país y la incredulidad frente a la posibilidad de reordenarse de una manera democrática. Sin embrago cuando se habla de gobiernos de facto en Latinoamérica creemos que es necesario hacer una distinción entre la situación a la que se vio enfrentada Centroamérica en relación con el resto de América latina. En este sentido cabe mencionar que después de la crisis de 1929, en general, los países de América latina adoptaron una posición de “desarrollo hacia adentro” o modelo de sustitución de importaciones, lo que les llevó a formar una industria nacional; por otra parte, en América central se vivió una situación distinta, “Tal vez por falta de un mercado interno solvente y, por consiguiente, de la base manufacturera mínima que requiere el “crecimiento volcado hacia el interior”, todos los países centroamericanos adoptan la misma política de salvaguarda por todos los medios del sector exportador”[1] También es relevante destacar la importancia de los factores externos en los distintos países de Centroamérica en el surgimiento de movimientos revolucionarios y guerrillas; pudiendo mencionar como ejemplo, la influencia de las ideas marxistas, la guerra fría, el caso cubano y su idea de exportar el modelo revolucionario al resto del continente, con Regis Debray como principal precursor del foquismo y el castrismo[2].

Ahora bien, centrémonos en el área sur de América latina. Tal como se mencionó anteriormente, en los países de Sudamérica se generó el modelo se industrialización mediante la sustitución de importaciones, impulsada principalmente por la CEPAL y su fundador Raúl Prebisch; el modelo “nacional-popular” en términos de Martuccelli y Svampa es un “sistema político propio de una época de industrialización que busca hacer viable el crecimiento hacia adentro, a través de la incorporación política de los sectores populares y el esfuerzo por movilizar a las masas de manera organizada [este] periodo se extiende desde la crisis de 1929 hasta los años 1959-1964”[3] . Este proceso de industrialización, tal como lo señala Guillermo O´Donnell tiene diversas etapas que, a su vez, determinan las distintas clases sociales y sus demandas. Así, en una primera fase, se producen mayoritariamente bienes de consumo que antes eran importados, generándose una transición de un sistema oligárquico a uno populista, debido por ejemplo, a la preocupación de los industriales por aumentar los ingresos de los trabajadores para que puedan comprar sus productos y de conseguir su apoyo político en contra de la elite exportadora. Sin embargo, una vez superada este etapa, es necesario comenzar con la expansión de la industria de bienes intermedios y de capital, para cual el apoyo de los sectores populares ya no es importante y se deben adoptar políticas “ortodoxas” que atraigan alta inversión, sobre todo extranjera[4]. Esta nueva situación condujo a una creciente diferenciación social lo que produjo el alzamiento de movimientos populares y la consecuente respuesta de sectores tecnocráticos y militares, estableciéndose gobiernos de facto burocrático-autoritarios: “Los niveles de activación política tienden a crecer marcadamente con los avances en diferenciación y pluralización. Dada tal activación política en un contexto de alta modernización, es probable que resulte el pretorianismo de masas. Dada esta situación, es probable que los sectores más establecidos, en especial los más densamente penetrados por los roles tecnocráticos, consideren que es necesaria la exclusión, y de ser posible la desactivación política del sector popular”[5]

Tal como lo señalamos, ejemplificaremos lo descrito con el caso argentino. Variados autores señalan que Argentina no era un caso típico de país subdesarrollado, más bien presentaba un alto grado de modernización: “la participación de la industria y la agricultura en el producto interno bruto era, respectivamente, de 16,6% y 34,0%”[6] ; sin embargo, como consecuencia de este fenómeno existía una alta concentración económica y política, gran concentración urbana, una alta diferenciación social y actividad política, sobre todo en el ámbito popular. Por otra parte, también existía una profunda crisis económica, caracterizada por bajos niveles de crecimiento (0,8% entre los años 1925 a 1929 hasta los años 1961 a 1965[7]) y altas tasas de inflación con sus consecuentes problemas sociales. Ya con estos antecedentes podemos relacionar lo expuesto anteriormente por O´Donnell con respecto a la aparición de los gobiernos de facto; además cabe destacar la profesionalización de las fuerzas armadas argentinas y su relevante participación en la vida política del país. Es así como “hacia fines del periodo 1955-1966 la mayor parte de los participantes había alcanzado lo que puede denominarse un “consenso de terminación”: el régimen político existente había agotado sus posibilidades y debía ser sustituido”[8] Fue así, como en el 28 de junio de 1966, un golpe de Estado comandado por un grupo de las Fuerzas Armadas derrocó al presidente democrático A. Illia y estableció un régimen autoritario-burocrático, que clausuró el parlamento, prohibió la actividad política, pospuso las elecciones y declaró el “Estatuto” de la revolución que tenía preeminencia sobre la Constitución.

Tras el transcurso de este ensayo logramos dilucidar las causas de los gobiernos de facto burocratico-autoritario en América Latina, las cuales se pueden sintetizar, teniendo en cuenta la complejidad de este fenómeno, como lo señala Guillermo O´Donnell, pilar fundamental de este ensayo: “Es una reacción conservadora a las tensiones de una creciente industrialización, a un débil impulso hacia la democracia y a la entrada de las masas en el escenario político”[9]




[1] Rouquié, Alain (1994) “Guerras y paz en América Central”, Fondo de Cultura Económica. P. 46

[2] Para mayor profundización del tema consultar Malamud, Carlos “América Latina, Siglo XX. La búsqueda de la democracia”, editorial Síntesis, Madrid, España. Capítulo X

[3] Martuccelli, Danilo y Svampa, Maristella (1998) “Las asignaturas pendientes del modelo nacional-popular. El caso peruano” en Mackinnon, María y Petrone, Mario “Populismo y neopopulismo en América latina. El problema de la cenicienta”, editorial Eudeba, Buenos Aires, Argentina . P. 257

[4] Collier, David (1985) “Visión general del modelo burocrático-autoritario” en Collier, David “El nuevo autoritarismo en América latina”, Fondo de Cultura Económica, México

[5] O´Donnell, Guillermos (1972) “Modernización y autoritarimo”, Editorial Paidos, Buenos Aires, Argentina. P.102.

[6] Op cit P.145

[7] Op cit P.145

[8] O´Donnell, Guillermo (1972) “Modernización y Golpes Militares. Teoría, comparación y el Caso Argentino.” En Desarrollo Económico Vol. XII Nº47, 1972 P.11 (www.educ.ar)

[9] O´Donnell, Guillermos (1972) “Modernización y autoritarimo”, Editorial Paidos, Buenos Aires, Argentina. P.103

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