Thursday, May 18, 2006

¿El proceso de redemocratización respondió a un agotamiento del modelo autoritario, o más bien fue una concesión de quienes en ese momento se encontraban en el poder?

Por: Constanza Zambrano G.

Durante la década de los `80 América Latina comenzó a vivir un proceso de redemocratización como respuesta a las diversas dictaduras que se estaban desarrollando. Este ensayo se hará cargo de este fenómeno, especialmente en Sudamérica, postulando que se debió principalmente a un agotamiento del modelo autoritario, siendo esta causante el punto inicial para la especificación de cualquier otra explicación a esta situación.

Antes de esto, cabe destacar lo complejo del estudio de estos procesos democratizadores, debido a las diferencias surgidas en los distintos países de América Latina y a las distintos enfoques y objetos de estudio en los cuales se ha centrado la investigación del fenómeno. Así, por ejemplo, por un parte se define que en América Central tuvo especial importancia las influencias internacionales, específicamente de Estados Unidos[1], mientras que en América del Sur se debió principalmente a factores externos[2]. Por otra parte, podemos nombrar distintos enfoques que analizaron el tema, destacándose una perspectiva que da importancia a la acción de los actores sociales dentro de este proceso y relativiza las variables socio-económicas; también existen enfoques que se centran principalmente en los procesos eleccionarios y su significado; junto con los anteriores, se encuentran aquellos que analizan los efectos del autoritarismo en la cultura política y como ésta repercute en el proceso de redemocratización y en la consolidación de la futura democracia; finalmente encontramos enfoques que se basan en la teoría de la modernización, donde los logros modernizadores son requisitos para la consolidación de la democracia[3].

Definamos entonces nuestro argumento para aplicarlo después a un caso específico (Chile).

Según Marcelo Cavarozzi, los procesos de democratización en América Latina han pasado por tres etapas fundamentales. La primera se refiere a la “democratización de los regímenes oligárquicos”, durante la cual los sectores medios y populares lograron incluir sus demandas en la agenda política y lograr algún grado de participación en el juego político. La segunda etapa, la de la “fórmula estado-céntrica”, se produce como resultado del proceso anterior, durante el cual no se logró una democracia relativamente estable y se caracteriza por una constante tensión entre elementos democráticos y autoritarios. Es durante este periodo que se originan las dictaduras militares y, tal como lo dice Cavarozzi, el derrumbe de éstas significa el agotamiento de la matriz estado-céntrica y el inicio de una tercera fase de constelación política de la cual todavía no es posible definir claramente sus características. Sin embargo, centrémonos en lo que se refiere a nuestra hipótesis; según este autor “la instalación de regímenes democráticos no sólo implicó que las dictaduras militares fueran desplazadas del poder; además, las transiciones expresaron el agotamiento de las formas de hacer política que habían predominado durante casi medio siglo”[4].

Siguiendo con esta lógica, también podemos considerar lo que menciona Oscar Godoy: “Todo régimen político paga costos de extinguirse; y todo autoritarismo paga costos muy altos, superiores a aquellos que corresponde asumir cuando hay un mero cambio de gobierno en el interior de una normalidad política”[5]. Es así como, considerando al menos estas dos visiones citadas, queremos definir que más allá de los factores sociales, políticos y económicos, de los acuerdos y negociaciones que se realizaron entre gobierno y oposición y de las decisiones tomadas por la misma dictadura que pueden haber influido en el proceso de redemocratización, existe un elemento central, el cual se basa en que los gobierno de facto respondieron a un momento de crisis social y política y que su labor era superar tal situación y no mantenerse en el poder, ni en un régimen autoritario, ni democrático; tal como lo menciona Godoy: “El error consistía en pretender que las mismas personas que habían gobernado autoritariamente podían hacerlo democráticamente, y que la tecnoestructura podía adaptarse a un nuevo modo de tomar decisiones tecno-políticas, ingresando de lleno a asumir funciones políticas directas”[6]. Por otra parte, no es posible dejar de mencionar, que la legitimidad también es un requisito para la supervivencia, la cual se fue perdiendo poco a poco en los distintos países[7].

Ahora bien, analicemos brevemente el caso chileno, considerando que es solo un ejemplo y guardando las diferencias que existen con respecto a los otros países latinoamericanos.

En el caso chileno podría confundirse nuestra hipótesis, si pensamos que fue el mismo gobierno autoritario quien definió el proceso de transición, el cual se caracterizaría por el rol que tendría las fuerzas armadas en las distintas etapas, además se dictó la constitución de 1980 que también definía los lineamientos para futuras elecciones y señalaba todos los escenarios posibles tras el plebiscito de 1988. Sin embargo, fueron los mismo ciudadanos quienes definieron que el régimen autoritario había decaído, optando en el plebiscito de 1988 mayoritariamente (54,7%) por la opción NO. Este resultado determinaba que, según la constitución de 1980, debían realizarse elecciones parlamentarias y presidenciales. A éstas últimas se presentó Hernán Buchi, que “significaba la consolidación de las ideas y transformaciones que se había realizado durante el régimen militar. Adicionalmente implicaba la continuidad (...) de los grupos de poder y de la tecnocracia estatal[8]”; y por otro lado Patricio Aylwin representando a la Concertación de Partidos por la Democracia. significaba “la liberalización política frente a un régimen opresivo y discriminatorio[9].

Ahora bien, el triunfo de Aylwin puede significar el desgaste del régimen autoritario, aunque la poca diferencia porcentual entre los dos candidatos y la continuación con políticas impuestas en la dictadura (modelo económico), nos muestra que fue la naturaleza autoritaria y opresora del régimen lo que sufrió un agotamiento, no sus propuestas económicas y políticas (señaladas en la Constitución de 1980), las cuales en algunos casos siguen vigentes y con apoyo de un gobierno democrático. Sin embargo, esto será analizado más extensamente en un futuro trabajo dedicado especialmente al caso chileno.



[1] Este ensayo se centra específicamente en Sudamérica, por lo que para mayor profundización sobre el proceso democratizador en América Central consultar: Rouquié, Alain “Guerras y paz en América Central”, Fondo de Cultura Económica, 1994.

[2] Nohlen, Dieter y Thibaut, Bernhard “Investigación sobre la transición en América Latina” en Nohlen, Dieter (comp.) Democracia y neocrítica en América Latina, Editorial Iberoamericana, Madrid, 1995. P. 38

[3] ibidem. Pp. 44-51

[4] Cavarozzi, Marcelo “El sentido de la democracia en América Latina contemporánea” en Garretón, Manuel Antonio, Los partidos políticos y la transformación política de América Latina. FLACSO-Chile, 1993. P.22

[5] Godoy, Oscar “Algunas claves de la transición política en Chile” en Revista de Estudios Públicos Nº38 Otoño 1990, Santiago, Chile. P. 143

[6] ibidem P.145

[7] Por la extensión del ensayo no podemos profundizar en el tema de la legitimidad, para esto consultar O`Donnell, Guillermo, Schmitter, Philippe y Whitehead, Lawrence “Transiciones desde un gobierno autoritario”, Ediciones Piados, Buenos Aires

[8] Morales, Juan Antonio “La política económica en la transición a la democracia: lecciones de Argentina, Bolivia, Chile, Uruguay”, Corporación de Investigaciones Económicas para América Latina, Santiago, 1993 P.120

[9] ibidem P. 120

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